Uno más

sábado, noviembre 05, 2005

En busca del tesoro. (Expedición Camorra)


La mañana se presentaba fresquita y gris, pero no podíamos dejar que unas nubecillas de nada echaran por alto nuestra expedición. Después de pensarlo un rato, a las once decidimos ponernos en marcha, mochila, agua, chubasqueros, brújula, y por supuesto, mi cámara. Como ya era tarde subimos en coche hasta la carretera. El jadeo en los primeros metros por la pendiente de olivos, nos dice que ya está bien de atiborrarse.
Antes de saltar la valla, buscamos en el mapa, el punto exacto donde estábamos, más que nada por practicar con la brújula.
Una vez en el monte la emoción por encontrar nuestro objetivo, y el olor a campo mojado, nos proporcionan la energía suficiente, para subir a paso ligero.
Estando ya cerca de la cima, observo a unos cien metros a la derecha, una meseta con islotes de matorral diferente al que cubre toda la montaña, así que le propuse a mi compañero que siguiera hasta la cima, mientras yo inspeccionaba aquella zona, no tardé mucho en toparme con un gran socavón, que a manera de embudo daba acceso a la pequeña entrada de una de las simas más profundas de Andalucía: el joyo del tesoro.
Llamé a mi compañero, y sin esperar a que llegara, me metí en el embudo, una vez en la entrada pensé en la envidia que me dan Paco Galo y compañía, para mí ahí termina mi exploración, y para ellos en ese punto comienza. Ya lo decían Martes y trece, -España no se acaba donde empieza el mar, hay barcas pa seguir, pues España tampoco termina donde empieza en suelo, hay cuerdas y locos pa seguir.
Después de las fotos de rigor, y de situarnos en el mapa (por cierto, los locos también se equivocan), el sol pudo colarse entre las cortinas, plantándose de cara en la entrada de la gruta, lo que me hizo bajar en busca de mi tesoro particular.
Iniciamos el descenso quedándonos con las ganas de llegar a la cima, ya que se hacía tarde, pero con la satisfacción de haber encontrado el tesoro que encierra la desconocida cavidad.