Uno más

domingo, abril 23, 2006

No hables con extraños

Paseaba bien de mañana por la playa de Torre del Mar, en dirección a la laguna. Poca gente en la playa, algún ciclista, y paseantes como yo. Había llovido esa noche, y el intenso aroma marino se confundía con el de las huertas recién empapadas.
Cuando llegué al humedal, vi frustrada mi intención de pasar al otro lado, pues se había formado un gran socavón en la arena, y toda el agua de la laguna se vaciaba en el mar.
Mi sorpresa fue mayúscula, el día anterior por la tarde, habíamos estado allí el hijo de mi amigo y yo, y no existía tal río. Así que pregunté a un lugareño que observaba el fenómeno. Me comentó que un 4x4 se atascó en la arena por la noche, y a causa de los regajos formados, el agua fue comiendo terreno hasta que formó el gran socavón que teníamos delante, por lo visto es algo habitual, y cuando el mar se mosquea, todo vuelve a su sitio. Gracias a esto ese hombre y yo entablamos una agradable conversación, que si la laguna, que si las casas ilegales, los peces...
Era un hombre de entre cincuenta y sesenta años, bajito, calvo y de apariencia afable, que no inspiraba desconfianza alguna. Comentó varias veces que hoy era un día perdido, pensé que tendría una huerta, y por la lluvia no podría trabajar, iluso yo. Cuando decidí marcharme hizo el siguiente comentario, - Los sábados normalmente se come uno aquí un par de pollas, pero hoy...
Me quedé tan perplejo que sólo pude decir,- voy a tirarle, adiós.
Aunque la anécdota, fue el centro de todas las bromas durante ese día y posiblemente de muchos del resto de mi vida, también sirvió para debatir la realidad actual y la cantidad de peligros, muchos de ellos difíciles de detectar, que acechan a nuestros hijos. Sencillamente, dan ganas de llorar.