Uno más

domingo, abril 01, 2007

Ni fu, ni fa.



Ya con once años, algo no me cuadraba, por eso escogía ética en lugar de religión. Siempre me hacía las mismas preguntas, si se trata de estudiar la religión, ¿por qué nos limitamos a una?, si Cristo vivió y murió humildemente, ¿por qué esa opulencia de la iglesia?, ¿donde estuvo Jesús entre Navidad y Semana Santa?, ¿Por qué hay que subir a ver la Virgen, si ya la tienes en casa por todas partes?, y lo que hay en la Sierra es un muñeco hecho por el hombre.
Como es natural, no llegué a confirmarme, ya tenía claro que la iglesia no me aportaba gran cosa. Me casé por la iglesia, bauticé a mi hija, bautizaré a mi hijo, seguramente harán la comunión, y qué, para mí no es más que un trámite, ni fu, ni fa. Durante seis años fui costalero de la Soledad, no soy el Anticristo, de hecho seguramente, creo en Dios mucho más que los cristianos de báculo de mi amigo Antonio, pero mi Dios, no luce coronas de oro, ni túnicas de seda, tampoco le gusta mucho que lo utilicen como excusa para hartarse de beber, ni que la gente se rompa la espalda paseando muñecos, (bueno, esculturas alegóricas), jamás le pediría a un fiel que estrenase vestimenta en su honor. O acaso la última cena se celebró en el Mesón san Martín, a base de gamba de Huelva, y bacalao a la Vizcaína.

Quizás, una vez hubo un hombre, puede que un loco, su enorme bondad traspasó fronteras, un tío extraño, muy extraño, excéntrico, y el ser humano tiende a desconfiar de lo excéntrico.


No odio la Semana Santa, tampoco puedo decir que me guste, sencillamente, ni fu, ni fa.