Uno más

domingo, febrero 19, 2006

Ficción, realidad, o ambas.

¿Qué es la ficción?, ¿es fruto de la imaginación y es irrealizable? o solo es cuestión de tiempo que cualquier cosa ficticia que podamos imaginar, acabe siendo cierta. Me hago estas preguntas porque de unos años a esta parte, vemos en documentales y reportajes, imágenes y testimonios reales, que no hace tanto hubieran parecido sacados de la mente de un perturbado.
El otro día pudimos ver los testimonios de unas niñas de entre 12 y 16 años, madres prematuras violadas y repudiadas por sus familias, malviven en un centro de acogida en Brasil.
-Me siento rara, ya no tengo ganas de jugar ni de bailar, me siento mayor, yo no quiero dejar de bailar, pero me siento rara.
-Cuando me quedé embarazada, no lo quería, pero cuando lo tuve en mis brazos ya no quise soltarlo.
Niñas que no han aprendido a jugar, tienen que enseñar a sus hijos.
La ficción no es más que una realidad futura, imagina el crimen más horrendo o la peor desgracia, y seguro que si no está hecha, muy pronto se hará real.
Adolescentes que matan a su familia a golpe de catana, o queman viva a una indigente, niñas que matan a una compañera de colegio por ver que pasa, lo último, grabar con el móvil todo tipo de actos vandálicos y agresiones. No son sólo cuatro casos aislados, es una ficción pasada y una realidad presente.

martes, febrero 07, 2006

Zapatos mojados

Libertad de expresión, ¿debe tener límites?, rotundamente no, lo que no podemos es, confundir un derecho con un deber. Tenemos el derecho a expresar de la manera que nos dé la gana, nuestras opiniones, ideas, pensamientos... pero tenemos el deber, de hacerlo de manera respetuosa.
Por ejemplo: informar sobre la tendencia pederasta, de unos curas, es hacer uso de la libertad de prensa, dibujar una viñeta relacionada con ese tema, en la que se vea a Jesús diciendo, dejad que los niños se acerquen a mí, es una falta de respeto y un insulto a la creencia de medio mundo.
Hay mucho que aprender de las sociedades antiguas, en la época califal convivieron en Córdoba y provincia, judíos, musulmanes y cristianos, todos en el mismo barco. Seguro que con problemas, pero conscientes de que si no se ponían de acuerdo, el barco no llegaría a buen puerto, así que fueron capaces de remar al unísono.
Hoy el mundo se nos queda pequeño y el barco mucho más grande, de momento no tenemos otro para marcharnos unos pocos, así que o empezamos a tener un mínimo de respeto por los que no son o no piensan como nosotros, o pronto sentiremos el agua helada por los cataplines, yo ya noto mis zapatos mojados.